La maldición de crear personajes demasiado buenos: Sherlock Holmes y Arthur Conan Doyle


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Hoy me gustaría tratar un tema que creo que se da bastante a menudo en el mundo del cine y la televisión debido a la necesidad de actores, pero que, por supuesto, también ha pasado en la literatura. El mayor ejemplo que me viene a la cabeza es el de sir Arthur Ignatius Conan Doyle y su inmortal Sherlock Holmes.

Nadie puede rebatir que se trata de un personaje mítico que sentó algunas de las bases más importantes del género detectivesco y todos nos alegramos de que el escritor británico lo llevase a la vida. Sin embargo, nadie puede decir con exactitud hasta qué punto significó una bendición para Doyle o más bien una bola encadenada al tobillo. Una prisión de la que el escritor nunca fue capaz de escapar.

En el caso de los actores, como mencionaba al principio, es bastante común que, al tratarse de un rostro y una voz reconocibles, encasillemos a un actor con su personaje insignia y ya no podamos creernos sus interpretaciones en otro papel. Ha pasado numerosas veces como, por poner un ejemplo, en el caso de los protagonistas de la icónica sitcom Friends.

Sin embargo, ¿es posible que esto suceda en la literatura también? La respuesta es sí. Hace no mucho me leí una recopilación de todas las novelas e historias cortas de Sherlock Holmes y, tras reflexionarlo, creo que es bastante evidente que Doyle tenía ambición por crear nuevas historias con personajes diferentes. En algunas de sus novelas, como en El signo de los cuatro, El sabueso de los Baskerville o El valle del terror, la parte más interesante de la historia transcurre al margen de Sherlock, crea nuevos personajes interesantes y bien elaborados que bien podrían haber dado lugar a nuevas historias fuera del universo de Holmes.

El intento de suicidio de Sherlock Holmes

No es de extrañar entonces que, en un momento de su carrera literaria, el creador de este mítico personaje decidiese crear un antagonista a la altura con el objetivo de poner fin a la vida de Sherlock. Así sucede en las Cataratas de Reichenbach durante El problema final.

Después de dejar entrever la existencia de Moriarty al final de su última novela, como espectador siempre pensé que Doyle estaba prometiendo una secuela de larga duración a modo de broche de oro. Sin embargo, solamente encontramos esta historia corta donde ambos polos opuestos acaban precipitándose y, supuestamente, pereciendo en el acto.

Desde mi punto de vista, creo que Doyle estaba atravesando una crisis creativa. Creo que no consiguió esa última novela que todos los seguidores del investigador debían estar esperando en aquella época y a cambio confeccionó El problema final, que no deja de ser un gran relato corto. No obstante, había conseguido dar aquel tremendo paso que para muchos otros autores habría sido imposible y, ¿cuál fue la respuesta del público? Básicamente le obligaron a resucitar a Sherlock Holmes. Doyle recibió amenazas y todo tipo de críticas y se vio obligado a traer de vuelta al detective privado casi en contra de su voluntad.

Por suerte he de decir que el nivel de su obra nunca se vino abajo. Evidentemente, existen altibajos, pero no hay una decadencia demasiado notable. No me sorprendió tampoco encontrarme en medio de la recopilación de Holmes con un escrito del propio Arthur Conan Doyle reflexionando acerca de esta dicotomía que envolvía a su personaje y su ambición creativa, precisamente.

A fin de cuentas, creo que nadie (ni siquiera el propio Arthur) sabe lo que habría sido de este legendario escritor si no hubiera creado a su personaje estrella o si hubiera hecho caso omiso y lo hubiese aparcado. Quizá habría creado nuevas historias lejanas e inolvidables o a lo mejor Sherlock Holmes nunca habría pasado a la historia de la forma en la que lo ha hecho y lo sigue haciendo.

A día de hoy se sigue ampliando su leyenda con adaptaciones alternativas como Sherlock, serie británica de la BBC protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, las películas de Guy Ritchie o las producciones de Netflix más recientes de Enola Holmes y Los Irregulares. Me despido con un vídeo del top 10 de actores que han dado vida a estos queridos personajes: