Para la mente inquieta de Eduardo Arroyo todo vale: viejas fotografías
de rastros y mercadillos, desechos de álbunes familiares, fotografías
de autores desconocidos y anónimos. Eduardo Arroyo las interviene,
pintándolas, coroleándolas, fragmentándolas y haciendolas collages o
seriándolas: como mejor le ha parecido o le convenía a sus intereses
pictóricos.