Aunque el destino y la historiografía literaria hayan querido que se
le conozca sobre todo por su poesía, Rubén Darío fue, durante casi
toda su vida, periodista. De hecho, fueron sus colaboraciones en
prensa las que le posibilitaron vivir de su pluma con una solvencia
que ni los irregulares ingresos recibidos por esos cargos diplomáticos
que a temporadas desempeñó, ni las ridículas ganancias obtenidas por
la publicación de sus libros le hubiesen permitido. Darío, que siempre
había tenido como meta visitar París, vio cumplido su sueño cuando, a
principios de 1900, el periódico La Nación de Buenos Aires lo eligió
como corresponsal para cubrir la Exposición Universal que iba a tener
lugar ese año y contar a toda la Argentina -y, por extensión, a toda
América- un acontecimiento de impacto y alcance no solo europeo, sino
mundial. Con sus mejores artículos sobre lo que vio en la capital
francesa, y con el «Diario de Italia» escrito durante su viaje por
varias ciudades transalpinas (Turín, Génova, Pisa y Roma) en el otoño
de 1900, el nicaragüense confeccionó este volumen de crónicas titulado
Peregrinaciones y publicado por primera vez en el año 1901, en París.
Después de varias décadas sin ser reeditado en España, Renacimiento
recupera esta sugerente y personal mirada sobre el París de fin de
siglo en una edición basada en el texto original de la primera, cuya
edición ha estado al cargo de Francisco Fuster García, Doctor en
Historia Contemporánea por la Universidad de Valencia y especialista
en la historia de la literatura española de la Edad de Plata.
Rubén Darío (Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, 1867-León,
Nicaragua, 1916) fue un viajero incansable, un poeta peregrino. De
genio precoz, durante toda su vida fue también redactor, fundador y
director de diarios y revistas, aunque su grandiosidad de poeta ha
opacado esta faceta importante de su escritura. Sin duda, podemos
afirmar que en su tiempo no existe publicación periódica en lengua
española, de verdadera o relativa importancia, en donde no haya
aparecido su nombre ocupando un lugar de excepción. No en balde con él
y su ejemplo se inicia en América Latina un nuevo modo de entender la
vocación de escritor, vocación que tiene que ser de entrega total y
sin contemplaciones a la propia obra.
De sus libros que recogen las crónicas de sus viajes, destacamos
Peregrinaciones (1901), La caravana pasa (1902), El viaje a Nicaragua
e Intermezzo tropical (1909) y España contemporánea (1901),
recientemente publicado por Renacimiento en esta misma colección.