El sargento Bruce Robertson no es un policía modélico, sino corrupto,
misántropo, violento, machista, homófobo y racista. Consume
compulsivamente pornografía, servicios de prostitutas, fast food,
alcohol y cocaína. Debido a sus excesos, le ha aparecido un sarpullido
que invade sus genitales y un incordiante parásito en el intestino
que acaba convirtiéndose en la voz de su conciencia. Y mientras su
vida se desmorona, el sargento tiene que investigar el asesinato del
hijo de un diplomático africano... Fiel a su habitual contundencia,
Welsh nos presenta un viaje a lo más abyecto, en el que se mezclan la
visceralidad, la violencia y el humor negro.