Al igual que en los dos primeros relatos -primavera y verano- que
completan esta serie, Stephen King explora con escalofriante lucidez
los niveles más profundos de la mente del ser humano. Esa barrera
invisible donde se traspasan los límites de la razón, la moral o el
bien para dejar paso al instinto más primitivo, al poder de la sombra
y a la imaginación, donde el hombre -no en vano todos tenemos algo de
doctor Jekyll y algo de míster Hyde- da rienda suelta a las pasiones
más inconfesables e inquietantes, pero no por ello menos reales.